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Camino a través de las calles de la muerte: hombres sin ojos, sin voz, hombres con periódicos por cerebro, televisión por alma, e ideales de secundaria.


El trabajo era francamente desagradable para mí. Morirme de hambre y estar en la vagancia parecían tener más gloria.


Los escritores se vuelven humanos sólo cuando están frente a la máquina de escribir. Quítalos de allí y se vuelven unos imbéciles.


Los malos escritores tienden a ser decididos, mientras que los buenos tienden a ser indecisos.